"¿Otra vez Los Viejitos de Barrón? Ya pues... pero que no hagan huevadas...".
Bajo esa premisa, la banda rock poetry noise The Oldies of Barrón decidió al último momento sacarse la saladera y con toda la logística que los caracteriza: humo, pastillas, pisco, papel higiénico, agua, chela y pañal, se fumaron un taxi al Centro de Lima a gritarle sus verdades al poeta Enrique Verástegui y a los Maletas del Asalto que siempre bien nos tratan.
La performance ya estaba planteada, el set list preparado, la producción de Chombo estaba ordenadita, todo en su sitio, pero cuando los viejitos trepan escenario todo sale distinto y esta vez no fue la excepción. Luego de una loreada con el negro Verástegui y su clásica picadita, compramos chela y casi medio borrachos e idos comenzamos el tributo con un extracto del poema SI TE QUEDAS EN MI PAÍS de Enrique, siguió Mejor no hablar, La coca, Susana Marihuana, Juégala, este nuevo popurri denominado "asesino" que hizo delirar al público pero de horror al escucharlo.
Previo seco y volteado de chop heladito, los viejitos prosiguieron con su relajo y al ver que no los botaban se mandaron con un párrafo del poema YO NO ME RÍO DE LA MUERTE de Javier Heraud y prosiguió POEMA SURREALISTA DEL ELEFANTE Y EL CANTO de Carlos Oquendo de Amat que terminó en la clásica Palmeras Cálidas, un feeling viejonero que dejó abrupto al respetable.
Fue allí, justo allí que se escuchó un Pú, y otro Pú, y otro Pú, y la Canción de Puta Madre se escupió a todos los asistentes hasta que Penkelvis todo arrebatado cogió la guitarra acústica de seis cuerdas originales y la reventó en el centro del escenario de un solo impacto, como tributo a la antimúsica.
Los trozos se esparcieron por la tarima y un seguridad todo achoradazo quería que Los Viejitos limpien el basural que hicieron, pero como ellos son prostáticos, antes que los allane se fueron al baño a pichicatearse la vida. Lo demás ya es conocido y lo desconocido sucederá el 24 de este mes donde la performance viejonera volverá a los escenarios, esperemos esta vez en versión eléctrica sino que se vayan a la %$#"#&$#"#&.
Bajo esa premisa, la banda rock poetry noise The Oldies of Barrón decidió al último momento sacarse la saladera y con toda la logística que los caracteriza: humo, pastillas, pisco, papel higiénico, agua, chela y pañal, se fumaron un taxi al Centro de Lima a gritarle sus verdades al poeta Enrique Verástegui y a los Maletas del Asalto que siempre bien nos tratan.
Fue allí, justo allí que se escuchó un Pú, y otro Pú, y otro Pú, y la Canción de Puta Madre se escupió a todos los asistentes hasta que Penkelvis todo arrebatado cogió la guitarra acústica de seis cuerdas originales y la reventó en el centro del escenario de un solo impacto, como tributo a la antimúsica.
Los trozos se esparcieron por la tarima y un seguridad todo achoradazo quería que Los Viejitos limpien el basural que hicieron, pero como ellos son prostáticos, antes que los allane se fueron al baño a pichicatearse la vida. Lo demás ya es conocido y lo desconocido sucederá el 24 de este mes donde la performance viejonera volverá a los escenarios, esperemos esta vez en versión eléctrica sino que se vayan a la %$#"#&$#"#&.
